BeaI Kochany... nie wiem co bym zrobila gdybym nagle Cie stracila.
ależ bea jeste dzisiaj miła. Zapewniam cie że to nic straszego jezeli sie w życiu kierowło zasadami to spokojnie można czekać na coś o czym mówi ten wiersz. anawet sie z tego śmieje bo cóz innego mi pozostało:
Poema a la muerte de Allende
Erik Martínez
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I. LA MUERTE DE ALLENDE
Sucedió tal como lo anunciaron unos personajes secundarios
En una película de Raúl Ruiz filmada
ese verano del año 1973 conversando alrededor de una mesa
Sobre la mesa en el claroscuro del atardecer
La sal derramada cada grano de sal un pequeño cristal
Formado por un número perfectamente determinable
de átomos de sodio y cloro
entrelazados en una configuración precisa
Sobre el mantel de hule
La mesa inundada por la sombra que ya se viene encima
Y el aroma del vinagre invade todo el comedor con su fuerte fragancia.
Alrededor de una caja de fósforos de color rojo
Símbolo de la Moneda.
Muchos otros también lo presintieron.
Por meses todas las conversaciones elucubraban
sobre los hechos que todos sabíamos sucederían
Pero nadie sabía cómo evitar.
El bombardeo anunció el comienzo del desastre.
Los aviones se desplazaron por el cielo nublado de esa mañana aciaga en Santiago.
Venían lentamente,
tan lentos que parecían tiburones a la deriva en un océano transparente
y giraban la nariz en dirección de la Moneda
tal como en un ejercicio militar ensayado cientos de veces
tal como en otro juego de computador, los jóvenes pilotos,
con toda mesura y con toda tranquilidad apretaban el botón
a la altura de la estación Mapocho.
Dejaban caer sus bombas que se desprendían de la panza del avión
los aviones venían volando bajo
a una velocidad mínima apenas suficiente para mantenerse en el aire.
Allende vio las llamas del incendio,
cortaron las comunicaciones,
el gas lacrimógeno formaba una niebla espesa por los corredores
y corría el agua por las escaleras.
Se quemaba el salón Carrera,
cayó hecha añicos la vitrina donde estaban los documentos fundacionales de la República.
El presidente agachándose para hablar por un teléfono
sin que le temblara ni la voz ni la mano,
improvisando pronunció sus últimas palabras para el país
poco después alguien lo vio entrar al salón Independencia,
por un instante pareció todo en silencio.
Sólo la madera en llamas crepitaba calladamente.
¿Sintió como si el piso se hundía bajo sus pies,
sintió que una marea lo arrastraba hacia el fondo de la tierra?
Se le había abierto (pero eso nadie lo había previsto)
un abismo debajo de sus pies
y cayó por una gran espiral que lo devoraba con una oscura fuerza magnética;
sonó en sus oídos con toda su estridencia el gran piano de la noche
y sintió el vértigo de caer;
girando, girando, arrastrado por la enorme fuerza
que pesaba sobre sus brazos sobre su pecho
y entonces entremedio de la balacera,
como un aullido en otra dimensión, se escuchó el disparo.
Retrocedió el doctor Guijón en medio de la humareda
la estructura entera del edificio crujía como un navío azotado por un huracán
muy a lo lejos se escuchaban voces agitadas.
Abrió la puerta del salón y sobre el sofá rojo
vio recostado el cuerpo de Allende
sin ojos, sin cráneo, completamente desfigurado
(quizás como en un cuadro pintado por Francis Bacon).
Había terminado la pesadilla.
No se sabe cuántas balas lo liquidaron.
Quizás fue más de una bala que le abrió la cabeza,
el cerebro se había esparcido por el techo de la habitación,
La sangre y la masa cerebral por las paredes y el techo
II. instantánea
Hay momentos en la historia que quedan para siempre grabados
En la memoria colectiva como un hierro quemante al rojo vivo sobre el cuero de un animal.
El día que mataron al Ché, mi amigo Godoy salió al patio de su casa
Y sintió que todo daba vueltas
como si estuviera en un carrusel girando con la fuerza de decenas de caballos desbocados
todo el espacio del universo se retuerce
se aleja a una velocidad incalculable
miles de veces más rápido que el tren expreso al Sur
impulsado por una fuerza oscura todavía incompresible
pero además gira formando una gran espiral
la totalidad del espacio
y las galaxias también forman espirales en todas las distancias
se alejan dejando en los instrumentos
una signatura de color rojo.
III. muchos años después de noche en mi cuarto de ottawa
Muchos años después estoy en Ottawa mirando una vez más alrededor en mi cuarto.
La ciudad ya se ha dormido y el teléfono quedó descolgado.
La linterna ilumina segmentos precisos del dormitorio.
Pegados al techo veo innumerables trozos pequeños de cerebro,
sobre las paredes la sangre lanzada con fuerza de chorros mancha la superficie de rojo.
En cada célula del cerebro se guarda ya se sabe una infinidad de memoria.
Cada trozo de cerebro contiene millones de células. ))))))))))))