el Caudillo Franco mostró en varias ocasiones su disgusto porque el Himno Nacional (nunca le llamaba Marcha Real, aunque España, según sus propias leyes, fuese una monarquía) no tenía letra. De ahí que el militar ferrolano solicitase de José María Pemán, que era el poeta menos malo que quedaba en la España franquista (pues todos los buenos o estaban en el exilio o en el cementerio, como García Lorca y Miguel Hernández), que compusiese una letra para su melodía.
Así surgió la letra, que parecía adaptarse forzadamente al esquema musical. Decía así:
¡Viva España! Alzad los brazos, hijos del pueblo español
que vuelve a resurgir.
Gloria a la Patria
que supo seguir
sobre el azul del mar
el caminar del sol.
¡Triunfa España! Los yunques y las ruedas
cantan al compás
del himno de la fe.
Juntos con ellos,
cantemos de pie
la vida nueva y fuerte
de trabajo y paz.
Otros letristas, como Eduardo Marquina o el padre Marista Manuel Antonio (afortunadamente, no tiene nada que ver con el poeta gallego del mismo nombre) se esforzaron en crear nuevas letras para el himno nacional, que no resultaron muy acertadas.
La del hermano marista decía así:
¡Salve! ¡Salve!
bandera de la Patria
vida, amor y fe
del español hogar.
Nueva Aurora
en tus colores brilla
anunciando el sol
de la España Imperial.
Vuelven los siglos
de gloria y de honor
por el solar hispano
con paso triunfal.
Luz, esperanza,
amor y juventud.
España entera
vuelve fuerte a resurgir
Son tus pliegues recuerdo
de los bravos que en la lid
lograron sucumbir.
El Himno de Riego
Curiosamente, el Himno de Riego, que fue el nacional del Estado durante la Segunda República, si tenía letra.
Esta composición, desde el primer día en que fue tocada (su presentación parece que tuvo lugar al entrar Riego en Málaga en 1920) siempre simbolizó el espíritu liberal y revolucionario.
Decía así su letra, puesta por el comandante Evaristo San Miguel, uno de los sublevados con Riego y que fue ministro en 1822 y en 1854, falleciendo como comandante general de Alabarderos:
Serenos y alegres
valientes y osados
cantemos soldados
el himno a la lid
con nuestros acentos
el orbe se admire
y en nosotros mire
los hijos del Cid
Soldados
la Patria nos llama
a la lid
Juremos por ella
vencer o morir.
El mundo vio nunca
más noble osadía,
más grande el valor,
que aquel, que inflamados
nos vimos del fuego
excitar a Riego
de patria el amor.
Después hubo versiones sarcásticas, como aquella que comenzaba diciendo:
Si los curas y frailes supieran
la paliza que les van a dar
cantarían a grito pelado:
¡Libertad, libertad, libertad!
Peor fue la letra que le adosó José María Albiñana, considerado el precursor del fascismo español que, obviamente, era antirrepublicano:
Una turba rapaz de ladrones
que al Gobierno quería subir
se hartaron robando millones
y los pobres no pueden vivir.
Otras réplicas, no menos festivas eran:
En esta República laica
gobernada por tanto masón
le pedimos que nos mande pronto
¡Un Borbón, un Borbón, un Borbón!
Don Alfonso le dijo a Niceto
¡Ay Niceto de mi corazón!
ya que tienes en ello capricho
Ahí te dejo la revolución.
En su Historia de la revolución española, Vicente Blasco Ibáñez ofrecía una versión del Himno de Riego muy próxima a la Evaristo San Miguel, aunque, respecto a la melodía la atribuye a Salvador Gomis, que parece ser realmente José Melchor Gomis, un conocido músico de la época.
También durante la Segunda República, Sinesio Delgado compuso la letra del Himno a la bandera, bastante patriótico ciertamente, con soldados e indómitos guerreros por medio. Comenzaba así:
¡Salve, bandera de mi patria, salve!
y en alto siempre desafía al viento
tal como en triunfo, por la tierra toda,
te llevaron indómitos guerreros.
Tú eres, España, en las desdichas grande,
y en tí palpita, con latido eterno,
el aliento inmortal de los soldados
que a tu sombra, adorándote, murieron.